15 may 2017

Elipses del ser inventado (Parte 3)


Sangro y voy recordando la noche anterior
y escribo, porque si respiro este aire,
seguramente me ahogare,
mejor vivir del verso,
escribo, mientras de tras de mi
una mujer empieza con el ritual
de acomodar sus medias de encaje,
le sonrió, me ve por el espejo,
pienso en recetas para el desastre,
ángeles cayendo sobre la tierra,
no puedo hacer nada, solo soy un nombre,
uno que le sonríe a la mujer en la cama.

Meteoritos y asteroides
rondan mis manos, hieren a otros,
dolor y temblor, si la caída de los objetos
no nos extermina, lo hará la onda expansiva,
mientras yo sigo aquí dentro,
la noche tiene algo, yo lo describo
como una frio brutal, procuro no decir
ni una palabra para no romper
la burbuja que me separa de lo real.

Hay un soplo contenido en mis labios,
cuando tocan otras bocas, hay deseo,
quiero expresar otras cosas que no sean
vanos intentos de comunicación en una vía,
pero la vida no puede ser el único error
debe haber mayores desgracias que expresar,
debe haber otras razones para follar,
una forma única de pánico,
que no permita dudas.

Añoro las noches que no son como esta,
no hay mujeres en mi cama, solo vacío
entre las mantas, frio tal vez,
pero nada que me pueda dañar
si no hay bocas a quienes tocar
no tengo a nadie a quien atormentar,
supongo que me gustan los finales,
y a veces comienzo las historias desde ahí,
corro los maratones desde la meta
hasta la salida, así se cómo acaba
el cuento más largo del mundo.

Y escribo porque no se hacer otra cosa,
lo otro me parece tan vulgar, mundano,
no me esfuerzo, solo soy sincero,
si escribo de mi soledad,
por qué bueno se puede estar solo
incluso apiñonado en un gran salón
con gente de corbatín, por eso prefiero mi cuarto,
una mujer con medias de encaje,
un poema más para atrapar el aire,
y encender los milagros.

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