22 dic 2014

Arde la torre

Como signo de locura
diré que las montañas
comen otras montañas
y los lagos de fuego
expulsas con sus aguas
a los condenados,
tan lejos que no se vuelve
a saber de ellos.

Así mi consciencia quedo
atrapada entre muros
y miro mis manos
se mueven pero nunca
se lo ordene a mi cuerpo,
quede atrapado
entre las losas, cemento,
ladrillos rojizos
y canto de furias.

Así que entren
condenados que no aprenden
a herir, aprender a orar
y llevar consigo las faltas
del amo eterno
y las culpas
que me abren el pecho.

Alguien lo sabrá:
por mí el universo gira,
ni los extraños,
ni las personas que entran
no comprenden la cabeza
o mente de los que yacen,
ellos no desdeñan,
todos somos torres en llamas
que arden quemando el viento,
el agua, todo eso es horror.

Nos consumé,
se instala y mis llaves
rompen puertas,
pero cierran ventanas,
hay quienes no vamos
hacia afuera,
en cambio quedamos atrapados
viendo arder nuestra cabeza,
nos convertimos
vestido con blancas batas,
en unas torres de mármol,

unas torres en llamas.

13 dic 2014

Nichos de luciérnagas

Cenagal de mis brazos,
así como el agua estancada en mis parpados
se han convertido en nichos de criaturas
sorprendentes en la noches de invierno,
rompiendo el silencio son sus alas.

Lodazal de mis rezos,
de cada pedazo de mí que doy al viento,
a lo lejos un hombre toca el acordeón
y yo me desmorono sin saberlo.

Barrizal de mi aliento imperfecto
pero casa de luciérnagas,
para que ellas no tengan miedo
y vuelen como ideas cerca del centro,
produciendo música con su vuelo
de esa forma sé que no voy
ni a la deriva si no a algún puerto.

Ciénaga donde descansan los gigantes
duermen placidos sobre mi espalda,
ven dormidos los mapas
de otras tierras, perdidas encontradas.

Pantano sobre mis mejillas marcadas
por los vientos helados y relojes
que marcan la hora de la comida,
cuando abro mis membranas entran
alegres a protegerse el sol.

Las luciérnagas,
son reflejos al cerrar mis ojos.
me alumbran por dentro
dando resplandor a mi pensamiento,
como un hermoso sonido
ni estridente ni sordo,
entrego mi totalidad a este momento.

9 dic 2014

Sumire

Aquello que dije en la arena
lo repito en las montañas,
lo que dije en las cabinas telefónicas
lo repito en tu oído,
como humo, como veranos fatales interminables.

Como islas bajo el sol del mediterráneo,
cosas que se apagan lentamente
calma sin tormenta y playas relucientes,
pechos que les da el sol,
paisajes que son estampas novedosas.

Desaparecer detrás de la luz
girar como la noria pero sin apagarse,
vivir entre los renglones que no escribo
y leer lo que aun no pienso.

Intervengo al hacer mover el mundo
desde el otro lado de la luces,
así dispongo de todo el tiempo
para marcar y con mi voz
hacerte caer de bruces
más se cae y no se mueve.

Muevo mis labios
las ideas son inconexas,
como finales ajenos a mí
observo pasar por la rivera
aquellos que viven
y yo, no se,
no quedo enredada
de por si lejos
de los juramentos que he hecho
y te llamo, espero que vengas
haz breve la espera.