Como signo de locura
diré que las montañas
comen otras montañas
y los lagos de fuego
expulsas con sus aguas
a los condenados,
tan lejos que no se vuelve
a saber de ellos.
Así mi consciencia quedo
atrapada entre muros
y miro mis manos
se mueven pero nunca
se lo ordene a mi cuerpo,
quede atrapado
entre las losas, cemento,
ladrillos rojizos
y canto de furias.
Así que entren
condenados que no aprenden
a herir, aprender a orar
y llevar consigo las faltas
del amo eterno
y las culpas
que me abren el pecho.
Alguien lo sabrá:
por mí el universo gira,
ni los extraños,
ni las personas que entran
no comprenden la cabeza
o mente de los que yacen,
ellos no desdeñan,
todos somos torres en llamas
que arden quemando el viento,
el agua, todo eso es horror.
Nos consumé,
se instala y mis llaves
rompen puertas,
pero cierran ventanas,
hay quienes no vamos
hacia afuera,
en cambio quedamos atrapados
viendo arder nuestra cabeza,
nos convertimos
vestido con blancas batas,
en unas torres de mármol,
unas torres en llamas.