18 dic 2013

Cegador

No hay que cegar
deja la yerba crecer libre,
sobre mis tumbas, sobre el tiempo,
que consuma este otoño de lluvias,
este temblor y mareo de socialites,
que marquen las horas los relojes,
que se olviden de cantar las aves nocturnas
el preludio de mi vida que se extingue,
como un enredadera entre tus piernas
deja a los gigantes bajar por ella,
¿que sera de mi, si la desgracia toca la tierra?
por eso decidimos apedrear a la vuida embarazada,
cada manchon de su sangre
sobre las puertas del templo,seran,
aviso, anuncio de los que saben del fin de los tiempos.

Pisoteado libro de verdades y de mentiras,
quien era virgen sostenia el caliz,
quien era santo ponia el cielo a mis pies
pero cada palabra que no causa resurreccion,
no por ende provoca muerte,
a veces solo renacimiento,
un eterno circulo de cosas
que los tullidos llaman sufrir.

Me encuentro desnudo,
desprovisto de sarcasmos o de contestaciones ingeniosas,
solo hable por esta boca
por que me fue permitido hacerlo.

Solo fui un botero
dame la plata y llevare
del otro lado como es mi deber,
a lo que llaman inmortal
pero que solo sobrevive
hasta que el mundo con sus cimientos
quedan tan rotos que nunca seran reparados.

Ensucie con mi presencia las calles
con mi respirar los pilares,
no hay fruto de vid que sea tan dulce
como los labios mios
pero igual son veneno no lo prueben.
Se haran las uno, las dos o las tres
pero no hay que cegar cegadora,
deja que el universo se expanda
aunque sea sobre su propia espalda
lo consumido vuelve
como anuncio para aquellos que saben
de amaneceres lejos del nido.