Un umbral, un canal,
la comunicación directa
a los oídos pálidos.
Energía que fluye
y destruye los impulsos
que crean avenidas de hormigón.
Ahí aprendí que todo
va soltando partículas,
que contemplan el tiempo.
Como pausa, como espasmo
solté mis semillas
entre muros y efectos.
Soy la voz del dolor
y abrazo para consolarme,
la voz perdida del recuerdo.
Una torre de plástico cae
entre mis brazos extendidos,
lo que derrite el sol, no rehace el frio.
Soy bruma, épica batalla
de polos opuestos,
que comparte el único plano.
Verdad es que todo se puede perder,
contra el viento y la marea
surco entre mis oscuros ideales.
No hay nada que perder
esto es mi taller de cruces
e inventos inútiles.
Pregúntale a la noche disfrazada
¿Dónde queda el universo?
que no, mientan, no hay meta.
Todo me enferma, incluso la esperanza
en mejores amaneceres
o en pasados que creemos ideales.
Yo romperé con la atadura
con la servidumbre mía,
ser o no esclavo es decisión no estado.
Soy un fulgurante esplendor
nieve bajo el sol, enceguecedora,
marejada de manías y groserías.
Nadie cree en mí
asesino de madrugadas
eliminador de amaneceres.
Las mariposas revolotean
sobre mis sienes heridas,
al saber salir, reviento en contra mía.
Tragedia en la calle
los vividores, los vagos
están muertos por mis fantasías.
Me resisto a intentar mejores
formas de agresión.
me basto con esto.
Saber como se mueve el viento,
en mi contra, llevándose
mi imago y mis extremidades.
Un canal, un umbral,
una forma de salir de este lugar
y sobre todo, desaparecer al saber hacerlo.